sábado, 25 de mayo de 2013

 

Los Funerales de Don Orégano.

Por: Susana Valdés Levy
                                                                 Lengua de Suegra (Sansevieria)

Bitácora de mi jardín: Como les comentaba, el  viernes 25 de mayo del presente, falleció Don Orégano de la Escalera del Patio y el sábado por la tarde, con pompa y protocolo, se llevaron a cabo los funerales de tan apreciado personaje del patio-jardín.

Se acercaba la hora de iniciar la misa que ofició Crespón I, sumo pontífice de la comunidad y poco a poco iban llegando los deudos. En la primera fila estaban, por supuesto hechas un mar de lágrimas, las hermanas Albahaca y Yerbabuena consoladas por su vecina Lavanda. Junto a ellas estaban muy serios y visiblemente tristes los hermanos Romero y Tomillo.

Antes de iniciar la misa, se acercaban discretamente a dar su pésame, la familia Rosales (Las tres hermanas: Rosita, Rosaura y Rosalba Rosales con su rosario en mano), el Sr. Olivo, los Gemelos Plumbago, Gerardo Geranio, (que para mi gusto iba muy floreado para la ocasión, pero él dice que el luto se lleva en el corazón) igual que la Bugambilia que no oculta su origen tropical. La Pasionaria con sus pesadas flores muy cabizbajas, así poco a poco pasaba de una por una, las Gardenias, la Madreselva y otros más, a dar su sentido pésame a la distinguida y respetable familia Escalera del Patio. Y como cada quien expresa la tristeza a su manera, el Árbol Moctezuma, orgulloso de sus raíces prehispánicas, llevó matachines.

Pedro Peyote Pacheco, sabiéndose poco aceptado y mal visto, no se atrevió a acercarse y se mantuvo al margen de ese “evento social” en que se convirtió el funeral de Don Orégano, donde todos se saludaban, hacían negocios, se contaban chistes, presumían su nuevo “look” con sus recientes podas y platicaban de los últimos fertilizantes de moda. Pero Pedro Peyote, chaparrito y mal rasurado, desde su lugar murmuraba: “¡Qué loco todo esto hermano! Este viejo Orégano ya anda en otra dimensión y yo aquí extrañando a mis parientes de Real de Catorce”.

En eso estaban cuando inesperadamente llegó una planta muy espigadita, atractiva y  guapetona, acompañada de dos retoñitos con un aroma sospechosamente parecido al de Don Orégano. Se acercó llorando hasta donde estaba la maceta del difunto y dijo sollozando: “¡Orégano querido! ¿Por qué te nos fuiste? ¡Tú y yo hemos sido tan cercanos siempre y tan parecidos, tan compatibles! ¡No sé como agradecerte que dejaras en tu testamento que tu maceta será para mí y mis retoños…Siempre supe que nos tenías en mente!”.

“¡Ooooorale! Esto se va a poner bueno y va a haber escándalo grande en el patio.” dijo con voz aguardentosa Pedro Peyote sobre quien pesa el precio de la mala reputación. Y agregó: “¡Y a mí que me la hicieron de tos cuando dije que quería traerme a mi querida Mary-Juana a vivir conmigo al patio en unión libre! ¡Cuánta doble moral hay en esta sociedad!”

Las chismosas Begonias no tardaron en hacer preguntas y conjeturas sobre un posible amorío ilegítimo del finado Don Orégano, aun en cuerpo presente. “¡¿Quién es esa tipa advenediza y coqueta?! Preguntaban en susurros.  La Sansevieria (poco santa y muy severa) mejor conocida como Lengua de Suegra, filosa y picuda dijo: “¡Seguro es una de sus queridas! ¡Una movidona!”

Y seguían: “Ya decía yo que Don Orégano tenía su lado oscuro, supe que los mafiosos italianos no podían prescindir de él en sus banquetes. Al Capone siempre le tenía un lugar especial en su mesa. Lo sé porque Susana lo escribió en su Facebook” Dijo sin piedad la socialité, Begonia Flores del Tallo Gordillo (ninguna relación con la ex líder sindical).

“¡Silencio víboras floreadas! ¡Qué poca raíz tienen! ¡Qué ganas tengo de partirles toda su maceta!” Gritó indignada Doña Albahaca. “Esta joven y bella plantita es nuestra sobrina Mejorana, en efecto pariente cercana de la familia y la hemos llamado para que ocupe la maceta que dejará nuestro hermano en el patio-jardín. Su aroma parecido al de Orégano es prueba fehaciente de nuestro muy legítimo parentesco. Mejorana y sus retoños llegaron para quedarse en la aromática familia Escalera del Patio.

 Así pasaron las cosas y así acabaron las misas. Yo nada más les cuento las cosas como sucedieron.

viernes, 24 de mayo de 2013

Susto peludo en el Patio-Jardín.

 

Bitacora de mi jardín: ¡¡¡¡¡Aaaarrrggghhhhh!!!!!!....Hermosa noche, me preparé u...n vaso grande de té helado con muchos hielos, puse música new age y encendí una linterna con una vela blanca. Me senté en un reclinable que puse en el balcón junto a las madreselvas para ver las estrellas y las lucecitas de los aviones que pasan por encima del Cerro de la Silla.
Pero Chula, mi perrita salchicha no paraba de ladrar. Tiene un ladrido estridente como de corneta. ¿Y cómo no? si toda ella es un tubo de resonancia. Siendo una sabuesa, tiene un ladrido que se escucha a kilómetros. Insistente, Chula ladraba sin parar junto a mi y me aturdía. "¿Qué quieres Chula?...¿Por qué no te callas, por qué no dejas de ladrar, me dejas oir la música y tomarme mi té en paz?"...Pero la perrita seguía ladrando y dando brinquitos con sus cortas patas delanteras y luego un gruñido entre cada ladrido. Exactamente junto a mi... Un ladrido, un gruñido, un lloriqueo. Me estaba queriendo avisar de algo pero....¿de qué?
En eso, siento unas cosquillas en el pié...descalza claro. Y... ¡Aijoesúúúúúú! ¡#$%$#&%$!...¡Jamás en mi vida había visto yo una tarantula de ese tamaño! ¡Era la mamá, que digo la mamá, era la campeona de todas las tarántulas! Más grande y más peluda que la mano de un chango trepando por el empeine de mi pie.
Di un brinco, me fui de espaldas con todo y silla, quedé patas-pa-arriba. Se me cayó el té, se quebró la linterna y se apagó la vela, Chula seguía ladrando como loca, cargué a la perrita, corrí a mi cuarto y me trepé a mi cama saltando de miedo.
Al rato prendí la luz del balcón...ahi estaba la golona tarántula todavía, sin prisa, caminando por la orilla del adoquin. ¿La mato o no la mato? ¿Si decido matarla cómo la mato para que no sufra? ¿La dejo ir? ¿Y si se mete a mi cuarto? ¿Qué tal si la atrapo? ¿Y si me brinca? ¡No! Ninguna de esas opciones es viable. He decidido atrincherarme. Rocié insectiicida en toda la orilla de las puertas y ventanas para que no se meta....¡Qué miedo! Espero que ya se haya ido. ¡Horror nocturno en mi patio jardin!

Bitácora de mi jardín: Su Santidad, Crespón I: 

 
Tengo que reconocer que su traslado no fue fácil. El crespon fue el primero en llegar a mi patio-jardín. El no iba a estar en maceta sino en una pequeña jardinera que está exactamente en el ce...ntro del patio.
El pobre crespon entristeció casi de inmediato. Le costó adaptarse. Se veía agotado desde el principio. Lo plantamos una tarde, lo arropamos con buena tierra y lo regamos suficiente, hasta le hice publicidad. Pasaron los días y no se veía mejoría....al contrario, las hojas tiernas que ya traía se arrugaron y secaron, otras hojas más antiguas empezaron a ponerse amarillas....y por supuesto, ni rastros de flores. La comunidad del patio jardín empezaba a inquietarse.
¡Qué barbaridad! Se me hace que este cresponcito ya se rajó...se me hace que no pudo con las exigencias y las expectativas de ser "el centro", el "pontífice" del patio, obligado por la posición, a ser el más frondoso, el mas floreador, el más atractivo, el más fuerte y el líder. Pareciera que iba a claudicar e iba poniendose cada vez más "feito" y su imagen se debilitaba. Al igual que las personas, hay plantas que se marchitan porque no reciben atencion y otras porque se les exige de más. Eso no quiere decir que no sean buenas o incluso excelentes, quiere decir que no estan en el lugar que les corresponde para poder dar todo lo que son.
Al cabo de un tiempo razonable le dije: "Mira crespón, si no puedes con el paquete te voy a tener que sacar de ahi, asi como Benedicto XVI. Si esto no es lo tuyo, pues tendrás que dejarle el lugar a alguien que sí pueda y quiera la responsabilidad. No podemos perder el "rating". Se necesita alguien con carisma, con energía, con perfil protagónico, que le guste ser el centro de atención, que sea "fotogénico" y popular...pero si a ti, mi querido cresponcito, te da por eso del "bajo perfil", pues de plano ser el "Pontífice del Patio" no es lo tuyo. Te voy a dar una semana más, y si no cambian las cosas, pues implementamos cambios. Nunca nadie ha renunciado al centro del patio, pero bueno, hay hechos sin precedente. Este Patio-jardín no puede darse el lujo de tener a la cabeza a alguien que nomás no "prende". Tu sabes, tu posición es un puesto político."
Al cabo de unos días y literalmente con la ayuda que llegó del cielo en forma de lluvia, Crespon I comenzó a reverdecer, echó nuevos brotes de hojas y una mañana, amaneció lleno de bolitas que luego serían hermosas racimos de flores rojas. Crespon I asumió su papel y su investidura. Afortunadamente, en esta ocasion no hubo necesidad de llamar al cónclave. A ver cuánto nos dura...cuestión de fe.

martes, 14 de mayo de 2013


ARBOL MOCTEZUMA (En realidad es un Ahuehuete…pero no le digan)

por: Susana Valdés Levy


Bitácora de mi Jardín: ¡Pero qué bien les han caído a mis plantas estos cinco días consecutivos nublados y húmedos! De vez en cuando, unas rachas de viento no demasiado fuertes que sirven perfectamente para desprender las hojas viejas y secas. Luego una fresca lluvia vespertina. ¡Perfecto! ¿Qué más pueden pedir las plantas del patio-jardín?

El efecto que este extraño clima de mayo en Monterrey ha tenido en las plantas es más que evidente. Yo lo comparo con el efecto que tendría en una persona pasar cinco días en un hotel gran turismo, all inclusive, en una playa paradisiaca….¡Y gratis! Relajación total, recargando las pilas, liberando el estrés, ordenando las ideas, saliendo de la rutina, nutriéndose, hidratándose, descansando, durmiendo….sin problemas. ¡Pura felicidad!

La madreselva está cuajada de botones de flor lo mismo que las gardenias, los geranios, las begonias, la lavanda. Las únicas que no están floreando y por el contrario, están tirando la flor, son las bugambilias, porque a ellas les gusta el mal trato y la mala vida. Ni modo, hay quienes son así. Nomás florean cuando las patean. (Conozco a algunas personas así también).

Por su parte los árboles de maceta y arbustos se ven contentos. El Árbol Moctezuma -que es un Ahuehuete venido a más, pero no le digan porque se ofende. Se le subieron los humos y no le gusta que le recuerden su humilde pasado-, el legendario olivo, el crespón y los pinitos, están verdes a más no poder y llenos de brotes nuevos. Permítanme comentar aquí que, al Ahuehuete (¡Sshhhh!), le dicen “Árbol Moctezuma” porque en la punta de cada rama echa un brote verde intenso que parece un penacho como el famoso penacho del emperador  azteca Moctezuma Xocoyotzin hecho con plumas de Quetzal. (lo comprendo, en mi juventud yo me pintaba luces en el pelo y me creía Farrah Fawcett).

Las chicas de la cocina o “las cocineras”…mis hierbas de olor: el orégano, yerbabuena, menta, tomillo, romero y albahaca ya se desbordan de sus macetas…¡Gorditas,  frondosas y sabrosonas! Cual debe ser.

Dicen que estos días frescos pasaran pronto y el jueves nos llegará de nueva cuenta la tórrida realidad del clima “normal” de esta temporada del año en nuestra ciudad. Por eso lo comparo con unas buenas vacaiones…no duran para siempre pero nos reaniman bastante.

 

 

A mis Maestros
 

Por: Susana Valdés Levy

    En mi familia, -supongo que era parte de la filosofía de vida de mi abuelo que era judío alemán- siempre fue algo importante que todos aprendiéramos a hablar y dominar perfectamente otro idioma, una técnica, un oficio y una profesión. Estoy segura de que mi abuelo veía eso como una verdadera herramienta de supervivencia. Hablar otro idioma es, sin duda, una barrera menos. También era importante que la escuela fuera  además de bilingüe, laica y mixta. “¡Porque el mundo es así!”  Decía mi abuelo Daniel….en el mundo hay de todo y en todo tienes una oportunidad de aprender.

Mi abuela estaba convencida de esa comparación de la mente con el paracaídas: Solo funciona cuando se abre. Una mente abierta es indispensable para comprender la vida hasta donde es posible entenderla.

Mi mamá nos decía que la educación iba a ser nuestra “única herencia”, una herencia que además, nadie nos podría quitar y de la cual podríamos echar mano todo el tiempo sin que se nos acabara. “La educación es una riqueza que ni se gasta, ni se pierde, ni se acaba…siempre la puedes incrementar”

Mi otra abuela me decía que la educación y el conocimiento eran lo que realmente  da seguridad a las personas. “No es una joya costosa, ni un vestido caro, ni un carro lujoso, ni una casa elegante lo que hace valer a las personas…eso solo es decoración. Lo que verdaderamente refina a las personas y las hace brillar, es la educación.”

He visto a lo largo de mi vida, que la educación es como un plato de comida: hay cosas que nos gustan y otras que no. Hay cosas que uno quisiera “devorar” y otras que nos cuesta trabajo digerir. Pero finalmente, solo quien tiene ese plato enfrente puede decidir si lo ingiere o no. Con suerte, algunos estamos rodeados de personas que nos presentan el “platillo” de manera muy apetitosa y se sientan ahí, para asegurarse de que comamos. Pero nadie nos puede obligar a comer del plato del conocimiento y muchos lo desperdician.

Otros nunca tienen la suerte de que alguien les acerque cómodamente ese “alimento” al que llamamos educación y así se quedan. Y hay otros más, que en su hambre de saber, y a pesar de la adversidad  o el difícil acceso, se las arreglan para encontrar una fuente de saber.

La educación siempre ha sido una prioridad, pero ahora que estamos en la llamada Era del Conocimiento, la educación es indispensable. Es la nueva e inagotable fuente de riqueza. Hoy en día, se cumple cabalmente lo que mi abuela decía. “No es más rico el que más tiene, sino el que más sabe.” Además de la familia, son los maestros como los mineros que deben extraer esa riqueza, de entre la burda roca de la ignorancia, pulirla, templarla, fundirla, darle forma y finalmente convertirla en herramienta útil. El buen maestro no es el que mejor enseña, sino el que mejor despierta en sus alumnos el deseo y el hambre de aprender.

El 15 de mayo –mañana- es el Día del Maestro, y yo recuerdo con respeto y cariño a cada uno de ellos: a la maestra de pre-escolar que me enseñó las letras y los números y  a sostener un lápiz, a la que me enseñó a sumar, restar, dividir y multiplicar, a la que me enseñó a respetar a mis compañeros, a admirar y maravillarme con la vida, a la maestra que nos hacía reír y a la que nos hacía sufrir, al maestro que con su amargura me sirvió de mal ejemplo y al que con su amabilidad nos contaba un cuento con moraleja en una mañana lluviosa de lunes y nos hacía pensar. Al que me enseño otro idioma, al que me enseñó un concepto, una técnica, un oficio, un método y una profesión. Al que me enseñó a trabajar, a cumplir, a ser puntual, a no copiar, a darle forma a las idea s… A todos les debo algo importante.

Felicito a todos los maestros y maestras en su día. ¡Gracias!

lunes, 13 de mayo de 2013


¡Yo sé quien fue Fulana de Tal!

Por: Susana Valdés Levy
 

  Leyendo las Memorias de Alfonso Reyes, capítulo VIII –Crónica de Monterrey,  encuentro en la página 496, un  párrafo donde cuenta que el entonces Arzobispo Jacinto López había autorizado como parroquia, una pobre iglesita unida al viejo edificio reformado que servía de hospital. Cuenta Alfonso Reyes que muy poca gente acudía a esa iglesia en un principio, pero después se fue haciendo famosa gracias a la prédica de un cierto cura naturista “Que dio en emplear para sus sermones ejemplos demasiado vivos, actuales y pintorescos”. También dice que este estilo del padrecito lo hizo muy popular, se hacían verdaderas aglomeraciones y finalmente “hubo que suspender al curita del ejercicio del púlpito”. Dice textualmente Alfonso Reyes: “Para hablar de la hermosura de la Virgen María, decía que era muy superior a la de doña Fulana de Tal, belleza reconocida.”

Pues sí, así es. Ese párroco existió y fue legendario. Cuando el padrecito quería que la gente entendiera cuán corrosivos eran los pecados, decía éstos le hacían al alma lo que la viruela a la piel: la llenaba de pústulas supurantes y malolientes que la carcomían poco a poco y siempre dejaban cicatriz. Por eso hay mucha gente con el alma cacariza. Dice también Don Alfonso Reyes que “cuando el padre quería que la gente dimensionara el poder de Dios, les decía que éste era más grande que el de los generales Reyes y Treviño, y para hablar de milagros, decía que  “el sabio doctor Gonzalitos era incapaz de resucitar a un muerto como lo había hecho el Nuestro Señor, etc.”  Bueno, sepan ustedes que esa “doña Fulana de Tal” a quien usaba el padre de referencia para que los feligreses pudieran comprender la magnitud de la belleza de la Virgen, era nada más y nada menos que Juana Llano, la hermana de mi tatarabuela Dolores Llano.

Juana Llano sorprendió a todos con su belleza desde que nació. Era blanca como la luna y tenía los ojos enormes color turquesa. Cuando creció, su rostro se enmarcó con una abundante melena color marrón. Si bien los cánones de la belleza varían de época en época, Juana era una de esas raras bellezas universales y atemporales. Pero así como su vida estaba estigmatizada por una hermosura ejemplar, también lo estuvo por la tragedia.

A los dieciséis años, cuando ella estaba en el patio de la casa jugando trepada en un árbol de duraznos, su padre la  llamó para que acudiera de inmediato a la sala donde iban a presentarle a quien sería su marido. Pedida y dada estaba Juana, sin saberlo, temerlo o merecerlo. Así llegó al altar una muchacha de belleza extraordinaria y de mirada triste.

El nombre del tipo con quien casaron a Juana nunca se volvió a mencionar en la familia y por ende, no lo mencionaré aquí. Solo puedo decir que era un energúmeno enloquecido por una pasión que se traducía en celos violentos. No soportaba que la gente mirara a Juana y la convirtió en prisionera obligándola a vivir encerrada.

Un día, a los pocos meses de casados, el hombre llegó a la casa después del trabajo y encontró a Juana sentada junto a la ventana mirando hacia la calle. El tipo se enfureció, cerró los postigos de un golpe, le brotaba adrenalina por las orejas, le salía lumbre por los ojos y sus puños se convirtieron en mazos, en tenazas, en látigos. Las caricias que nunca supo darle a su mujer por cuánto lo atemorizaba su belleza, se expresaron en una golpiza descomunal e inolvidable.

Esa noche Juana se escapó. Volvió a la casa de sus padres con la ropa manchada de sangre, la cara desfigurada por la hinchazón y con su hermosa cabellera marrón trasquilada. Nunca más volvió con el hombre que había sido, por unos meses, su marido y éste se fue de la ciudad.

Así es que Juana Llano era como una Diosa bella intocable e inaccesible. No era viuda, ni soltera y mucho menos divorciada. Se había casado con el diablo por la Ley de Dios y de los Hombres y se había escapado del infierno. Su única oportunidad de salir y convivir con algunas personas era cuando acudía a Misa, precisamente a la parroquia del padrecito pintoresco y alegórico, que la ponía de ejemplo y referencia para que la gente supiera cuán hermosa era la Virgen María. Por eso les digo: Yo sé quién era doña Fulana de Tal…era Juana Llano.

 

 

domingo, 12 de mayo de 2013


¿Por qué estamos obesos?

 

Por: Susana Valdés Levy

La obesidad se ha convertido en el problema de salud pública número uno en México y en el mundo. La gordura no solamente nos deforma, sino que también nos hace propensos a otras enfermedades graves y crónicas como la diabetes y la hipertensión. Socialmente, genera discriminación y hasta bullying, sexualmente (en particular a las mujeres) nos etiqueta como “indeseables”.

Hace unos meses, me sorprendió el despegado que publicó en los periódicos, a manera de inserción pagada, la Industria Refresquera Mexicana, asegurando que los refrescos son compatibles con un estilo de vida saludable y que no son los causantes directos del sobrepeso y la obesidad.

Los  refrescos  embotellados, así como  las pizzas, chocolates,  hamburguesas, papas fritas, donas glaseadas, frituras, la cerveza, los tacos, las tortas, los tamales, los embutidos y todas esas cosas deliciosas, están en la lista negra de los nutriólogos. Especialmente si son preparados con ingredientes refinados.

Dicen que para bajar de peso una persona debe restringir de manera muy importante el consumo de los 5 blancos, que son: azúcar, grasa, sal, harina y alcohol. Pero que también es importante reducir el consumo de bebidas “negras” (refrescos de cola) aunque sean de los llamados “light”.

Sin duda estas campañas contra la obesidad han golpeado fuertemente a la industria refresquera, en especial a los refrescos de cola. Lo que hace 45 años era común, como ver a una mujer darle 3 onzas de coca-cola a su bebé en un biberón, hoy parece un sacrilegio.

Este año la industria refresquera publicó un despegado donde insiste en que el problema no son los refrescos sino los hábitos y el estilo de vida. Estoy de acuerdo. El desequilibrio energético entre lo que se consume y los que utiliza por nuestro cuerpo produce obesidad. Expresar el afecto con comida es también parte de nuestra cultura, el sedentarismo, la ansiedad, la depresión, el aburrimiento, la baja autoestima, todos esos males de hoy influyen en que las personas ingieran más calorías de las que pueden quemar.

El problema entonces está, como dice el desplegado, en el estilo de vida, en la falta de actividad física tanto dentro como fuera de casa. Nos ha engordado no solo el exceso de comida, sino también el exceso de tecnología que simplifica nuestras tareas a un grado tal que no necesitamos movernos. Nos engorda la tele, la computadora y los videojuegos,  Nos engorda la inseguridad que no nos permite salir a jugar y disfrutar de hacer ejercicio al aire libre. Nos engorda el uso del automóvil para ir a una distancia de dos cuadras, porque no queremos caminar. Nos engorda la poca o nula importancia que en el sistema educativo le hemos dado a la educación física y la poca o nula importancia que en la sociedad le hemos dado a la salud y la higiene mental.

La obesidad es un problema de salud pública, pero en realidad es solo el síntoma. La obesidad no solo tiene su origen en lo que comemos y bebemos, sino en cuánto y cómo lo hacemos. Sin embargo, el verdadero mal, lo que nos está matando lentamente es lo que NO hacemos.

Así como cada vez es más evidente que el problema de las drogas no es un asunto de seguridad nacional sino un tema de salud pública, pronto verán que el problema de la obesidad no es tanto un caso de salud pública, sino un asunto de educación y desarrollo humano. Con un metabolismo aletargado por la inactividad, hasta el aire engorda. Perdonemos a los refrescos.

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No veo cómo.

Por: Susana Valdés Levy.
 

 

No veo cómo o para qué hablar contigo

Porque, o yo me salgo de la norma

O tú no entiendes lo que digo.

Es tal tu apego a la estructura

Que  al imponerle el algoritmo

La idea pura y esencial se desfigura.

 

Como ola que destruye el castillo de arena                                                                                            

Tanta estrategia se vuelve tediosa

La precoz conjetura siempre es odiosa

Y se va el entusiasmo en toda faena.

 

Hay quienes dirigen a discreción

Con sorda y ciega autoridad

Incompletos en fundamento o información.

Porque no saben escuchar.

Y desde su inflexible y rígida postura

No hay suficiente intento, talento o capacidad

Y así el contento trabajo se torna en amargura.

 

 

Saber dirigir la creatividad es un arte

Y la estrategia es solo un esquema

Si este no conduce a alguna parte

La iniciativa muere y la voluntad se quema.

 

La energía y la motivación son al trabajo

Lo que la amabilidad, el tacto y el buen trato

son en el terreno de la educación.

Si la omisión de alguno rompe la balanza,

Se sostendrá el asunto por un rato

Pero luego se pierde aquella confianza

Aniquilando la creatividad y la imaginación.

 

La  protocolaria columna de institucionalidad

Como la estalagmita que crece en las cavernas

Se forma con la gota que de arriba cae constante

No es, por cierto, la que en un inesperado instante

Pone en duda conocimiento, iniciativa y lealtad.

 

La naturaleza nos dio dos orejas y una boca

Para escuchar el doble de lo que decimos

Pero si  como siempre,  nos interrumpimos

La comunicación será pobre y poca.

 

El buen capitán comandante sabe apreciar

A quien lo hace verse aun más grande

Dejando hacer, motivar e inspirar

Dejando ser sí el horizonte se expande.

 

Pero independientemente de estas miras

Lo que no se puede ni se debe aceptar

Es que tejan intrigas y tontas mentiras

En las que nada se ha comprobado

Solo con el necio afán de controlar

Lo que en principio fue despreciado.

 

Mi gratitud siempre estará vigente

Porque he tenido a un buen maestro

Yo siempre aprendo de la gente

Ya por su saber o proceder siniestro.

 

Veo al final de esta  corta experiencia

Que por cuestión de modos o estilo

Tuve siempre el trabajo en un hilo

Y a los dos se nos agotó la paciencia.

 

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Villas Juveniles

Por Susana Valdés Levy.
 

Los índices de delincuencia y criminalidad que comprometen a menores de edad en México van a la alza. La razón es simple y evidente: la juventud mexicana está expuesta y es altamente vulnerable a ser reclutada por las organizaciones del crimen o cárteles. Los grupos criminales organizados reclutan jóvenes por la fuerza de la amenaza, explotando y fomentando la adicción a las drogas o contratándoles por poco dinero para cometer todo tipo de delitos, desde halconeo hasta torturas y multihomicidios. Por su edad, las penas para los menores son relativamente benévolas, cortas e insuficientes para su readaptación pero suficientes para su estigmatización de por vida.

Los tutelares (correccionales) están rebasados, tanto en capacidad como en efectividad. Sus espacios y sistemas son obsoletos para enfrentar y tratar la magnitud del problema juvenil en la actualidad. No se ven indicios de que se esté trabajando en una modernización en estos sentidos. Legislativamente, se explora únicamente la posibilidad de reducir la edad penal y de endurecer las penas como la forma para desincentivar la delincuencia en los menores. Ha sido tema de debate por años.

Por otra parte y casi a la par, los índices de violencia doméstica también van en incremento junto con la desintegración familiar.  Son los propios hogares empobrecidos (económica, moral y afectivamente),  disfuncionales, violentos y/o desintegrados los que lanzan a los jóvenes hombres y mujeres, a veces desde la pre-adolescencia, a las sórdidas calles de sus barrios marginados e inseguros. Dentro de la casa hay un infierno y afuera hay otro, con distinto diablo. La deserción escolar, el acceso a las drogas, la sexualidad precoz y la búsqueda de un sentido de pertenencia en violentos grupos pandilleriles, es el resultado más común de esta circunstancia.

El escritor Furio Colombo se pregunta ¿Por qué asesinan los niños? Y responde en su análisis: “Una multitud de personas, siempre más jóvenes, siempre más solas, siempre más carentes de contacto con alguna forma de comunicación y de cultura, se mueve en un laberinto, provista de fuerza física pero carente de orientación. Y dado que no ven razones para no hacerlo, matan…” En otro artículo, el escritor Alberto Bevilacqua explica que “se trata de un tipo de terrorismo: carente absolutamente de motivaciones pseudoideológicas, privado de toda motivación que no sea la esencia misma, perversa, del acto consumado”. El mismo autor agrega: “Esos maleantes no tienen como enemigo a nada y a nadie. Obtusamente advierten el peso de una psique que ya no posee el bien de la inocencia…Son hombres y mujeres de envolturas habitadas  solo por la nada maligna, por un vacío sepulcral.”

Una sociedad que pierde a su juventud pierde a su futuro. Manejar el problema juvenil oscilando entre la negligencia y la penitencia, entre ignorarlos y castigarlos, es verdaderamente una injusticia y una crueldad. La sociedad está obligada a ofrecer un refugio, un rescate y un espacio de oportunidad que proteja a los jóvenes de los infiernos del hogar violento, de las calles sórdidas y de los reclusorios. Pienso en un espacio donde ingresando voluntariamente, los jóvenes encuentren hospedaje, educación académica, orientación y formación cívica así como capacitación para dominar un oficio. Pienso en un lugar donde la “doctrina” se base en los principios fundamentales del bien común, y donde puedan también satisfacer la necesidad de pertenencia y del sentido de la vida. Parece utópico. Lo es, pero no imposible.

 Crear villas juveniles como un modelo único de comunidad, una sociedad orientada hacia el bien común y la ayuda mutua así como a la justicia social; un sistema socioeconómico basado en el principio de igualdad, equidad y cooperación, donde cada quien encuentra el camino de acuerdo al desarrollo de sus habilidades y necesidades. Un hogar para aquellos que así lo eligen.

La idea de crear estos lugares como instancias para prevenir la delincuencia y al mismo tiempo promover la formación positiva, me parece interesante por cuanto representa una opción de vida y con posibilidades de resolver las necesidades de una juventud que hoy en día busca satisfactores en donde no puede hallar otra cosa más que la calle, la cárcel o la muerte. Por otra parte, para el Estado, representa un esfuerzo mucho menos oneroso y mucho menos horroroso de lo que, como ahora, implica perseguir, recluir y castigar  a la juventud.

El Dolor de Dolores

(La sinfonía de la vida tocada a cuatro manos y la alegoría de las tortillas en el comal)


Mi nombre es Juana Llano, es 1862. Hace algunos años, cuando yo tenía dieciséis mi padre me mando llamar a la sala mientras yo jugaba en el patio de la casa trepada en un árbol de duraznos. Ese día me presentaron al mismito diablo y me dijeron que me iba a casar con él. Mi amado padre no sabía que estaba entregando a su hija en manos de tan despreciable e iracundo ser. Pero así fue.

Recordar a la nana Gertrudis echar tortillas es una irrevocable invitación a filosofar. Eso ha sido mi vida y quizás la de todos: como la de las tortillas en el comal caliente. De pronto, un vuelco completo, inflarse y desinflarse, tanteando para mantener en el punto exacto, sin que queden crudas o se pasen de tueste. Ni tan blandas que se deshagan, ni tan duras que truenen. Pero lo más importante, es ese momento preciso en el que la vida da un vuelco.

Yo pensaba que nunca iba a salir de este pueblo de Higueras y de la casa de mis padres, a dónde volví apenas seis meses después de mi matrimonio, a los dieciocho años y con la cara destrozada por los golpes de un marido endemoniado y energúmeno. Pensaba que la tristeza o la decepción habían llegado para instalarse en mi existencia y que la felicidad era solo una gota de miel, cuya efímera dulzura se disuelve y se pierde rápidamente en los pantanos de la cotidianeidad y la rutina. Con sobrada razón en una vida truncada por la violencia y estéril por la soledad como la mía.

Siempre creí que era Ley de Dios el que no fuera posible construir la felicidad de uno sobre los escombros de la desgracia ajena. Mucho menos creí que pudiera encontrársele sentido a la vida propia en medio de la zozobra y el naufragio de la vida de otros. ¡Y qué vergüenza para la conciencia el aceptar que, para que a uno se le abran las puertas a la razón de vivir, es porque a otro se le han cerrado!

Estoy en la cocina para despedirme de la nana porque hoy me voy a vivir con mi hermana Lola a Monterrey. Mi cuñado Fidel, el guapo Fidel, se está muriendo. Mi hermana Dolores y yo nos volveremos a reunir como cuando éramos niñas y tocábamos juntas el piano, pero a diferencia de entonces, ahora será para tocar a cuatro manos el allegro ma non tropo de dos soledades que se ayudan y se acompañan. Alegres por reunirse, más no tanto, por ser en circunstancias tan lúgubres.

Mi hermana Dolores necesita que le ayude con María Teresa, su hija de apenas ocho meses de edad, porque la verdad es que Lola se está volviendo loca entre que atiende a su hija llena de vida y a su marido lleno de muerte. Fidel no se merecía esta agonía. Más hubiera valido que muriera instantáneamente. Seis meses lleva ya postrado en la cama con las vísceras reventadas. Es un suplicio y un viacrucis que no redime a nadie. Sufrimiento infame que ensombrece y eclipsa aun a la más deslumbrante felicidad, como la que hace ocho meses trajo a ese matrimonio la pequeña María Teresa, que es un sol desde que nació.

Así fueron las cosas: iba Fidel en su carreta cargada con media tonelada de frijol para vender rumbo al mercado de abastos. Un mal espíritu se cruzó por su camino y espantó a los caballos de tiro que lanzaron un relincho endemoniado y se desbocaron en plena calle, llena de gente. Fidel quiso detenerlos, jaló las riendas con todas sus fuerzas, pero los caballos estaban enloquecidos. Lejos de lograr detenerlos, Fidel cayó entre las patas de las bestias y las ruedas de la carreta. Una de las ruedas le pasó por encima haciéndole estallar las entrañas. Nunca perdió consciencia.

 Me cuentan que una mujer salió corriendo de su casa con una sábana, la acomodaron en el suelo ya manera de camilla y entre cuatro hombres lo acomodaron ahí, lo levantaron y lo llevaron a su casa. Ese día lo acostaron en su cama de donde no ha vuelto a levantarse, ni se levantará

En esta ocasión, la nana no pudo invocar milagros ni preparar remedios. La Virgen de San Juan que siempre respondía a sus plegarias, permaneció en silencio.  Yo he llegado a la ciudad…es mi primer día en casa de Dolores.

Mi hermana Dolores tiene veintiocho años y yo veintidós. De niñas tomamos lecciones de piano con una maestra rusa a quien seguramente se le había extraviado la brújula y fue a parar al pueblo de Higueras. Ahora Lola tiene en su casa de Monterrey un piano de cola junto a la ventana. Comienza a atardecer. Es la hora en la que la gente moja la banqueta con un cubetazo de agua para espantar a las moscas y zancudos. Sacan sus mecedoras y se sientan a ver ponerse el sol entre los riscos de La Huasteca y el Cerro de las Mitras.

A cuatro manos, Lola y yo habíamos bañado a María Teresa que desnuda es una bebé regordeta, un querubín desprovisto de alas que ni el gran Rafael hubiera imaginado. A cuatro manos preparamos la cena, a cuatro manos, y con gran dificultad, cambiamos las sábanas de la cama de Fidel como en una suerte de magia sin levantarlo ni lastimarlo. A cuatro manos preparamos la alcoba que yo habría de ocupar a partir de esa noche. Encendimos los quinqués y nos sentamos frente al piano. Lola abrió las viejas partituras con música de Beethoven y Schubert yo mientras, abrí de par en par los postigos de la ventana.

-¿Te acuerdas?

-Creo que sí

-Para Elisa

-Sí. Leíste mi mente.

A cuatro manos comenzamos a tocar, mejor que nunca. A pesar del enmohecimiento de los años y la distancia, como sucede con las grandes amistades, nuestras almas seguían sincronizadas, coordinadas, digamos que orquestadas. La música voló y salió por la ventana de la sala hacia la calle. Sin pausas y sin ponernos de acuerdo, terminamos Para Elisa y seguimos con Claro de Luna y después la Serenata de Schubert, así de memoria, sin ver siquiera las partituras.

A cuatro manos tocamos vigorosamente, como si estuviéramos llorando juntas, como si estuviéramos firmando un pacto de sangre, absortas y a la vez concentradas. Tanto que ni siquiera nos percatamos del público improvisado que se había juntado afuera de la ventana. La gente había acercado sus mecedoras hasta colocarlas frente a la casa. Cuando ya agotadas y bañadas en lágrimas terminamos de tocar, el aire se llenó de aplausos. Levantamos la mirada lentamente y vimos a esa pequeña multitud, de pié gritando “¡Bravo! ¡Bravo!” mientras sus mecedoras seguían oscilando solas como un compás que marca los tiempos que permanecen aun cuando la música ha terminado, como la vida que sigue, aun cuando el que la ocupa se ha ido.

Hicimos una leve reverencia inclinando la cabeza, agradeciendo tímidamente los aplausos inesperados de un público jamás convocado. Dimos las buenas noches a los vecinos y cerramos la ventana.

Antes de retirarnos a dormir nos asomamos a la recámara de Fidel. Tenía una sonrisa leve dibujada en su rostro pálido y demacrado por el dolor. Con gran esfuerzo nos brindó tres aplausos. Con voz muy débil le dijo a mi hermana:

-Gracias Dolores por esta vida de felicidad que me has dado en tan breves años

-¡Fidel!

-Gracias mujer, por estos años que han sido música y éxtasis. Toma mis manos Lola, por favor.

Dolores se acercó y yo me quedé inmóvil junto a la puerta. Fidel apretó las manos de mi hermana y le dijo:

-Dolores, quiero decirte que si el precio de la dicha de haber sido tu esposo era el de morir joven, lo pago con todo el gusto de mi alma y me parece poco. Me has hecho inmensamente feliz. Dile a María teresa, a nuestra hijita, que su padre la amó y la amará siempre donde quiera que esté. Me voy tranquilo sabiendo que Juanita tu hermana está contigo y con la niña.

Fidel cerró los ojos…..Para siempre.

-Fidel por favor, todavía no, ¡Fidel! ¡No te vayas! ¡Abre los ojos Fidel! ¡No sueltes mis manos! Sollozaba Dolores….Pero Fidel ya se había ido.

Lo velamos toda esa noche y la siguiente. En la tarde lo sepultamos. El dolor de Dolores era tan grande y tan profundo que llorarlo lo habría devaluado. Por eso permaneció estóica, inmóvil y en silencio, detrás de un velo negro de viuda, silenciosa en medio de los plañidos de quienes no lo amaron tanto como ella lo amó. Yo me uní a su sinfonía silenciosa, porque el dolor de Dolores era también dolor mío.

Mi abuela paterna: Herminia Sáenz Garza


Mi abuela paterna: Su nombre era Herminia Sáenz Garza, nació en 1895 en El Mezquital, Apodaca Nuevo León.  Sus padres (mis bisabuelos) se llamaban Juan Sáenz y Concepción Garza. Ellos tuvieron muchos hijos: Anita, Jesusita, Aarón, Moisés, Josué, Juan, Herminia, Ofelia, Olivia, Elisa…

Mi abuelita se casó con Efraín Valdés Barragán, pero yo no conocí a mi abuelo paterno pues murió joven, de un infarto cuando mi papá (Arturo Valdés Sáenz) todavía era un niño. Mis tíos Aarón y Juan apoyaron mucho a mi abuela tras su viudez, porque los hermanos Sáenz eran muy unidos. Además el tío Aarón era un hombre política y económicamente poderoso. Mi tío Juan era empresario aquí en Monterrey y Moisés Sáenz que era un intelectual, había fallecido relativamente joven, a consecuencia de una enfermedad que adquirió (algo así como una fiebre o neumonía)  mientras estaba en una expedición haciendo sus estudios indigenistas en el Perú.  Al igual que Josué, quien falleció al intentar rescatar a un niño del fondo de una noria, pero ambos el tío Josué y el niño, murieron al poco tiempo envenenados por haber inhalado el gas metano del fondo del pozo aquel. Así que básicamente, fueron Aarón y Juan quienes arroparon y apoyaron a mi abuela y a sus hijos. También visitaba con frecuencia a su hermana menor Elisa, quien vivía en General Terán en la Hacienda Soledad de la Mota, Elisa se había casado con Plutarco Elías Calles, hijo del General…De hecho, el Gral. Calles vivió ahí en la Hacienda con ellos, cuando volvió de su exilio en San Diego.  Cuando mi papá era niño, se sentaba en el regazo del General, él le contaba chistes en verso al oído a mi papá y luego mi padre los repetía. El General se reía de sus propios chistes re-contados por el niño y le decía “Arturito el poeta”.

El recuerdo que guardo de mi abuelita Herminia Sáenz Garza, es primero, de su concepto –casi obsesivo- del orden y la limpieza. Su disciplina y su idea de la alimentación, el ejercicio y la salud (cuando nadie hablaba de eso). Era una mujer muy elegante y correcta, de carácter fuerte y principios sólidos, que leía su Biblia todas las noches antes de dormir y nos daba besos en la frente. Recuerdo su aroma a sándalo, a una combinación de maderas y flores. Yo conviví mucho con ella, tal vez más que sus otros nietos, en parte porque los hijos de mi tío Efraín vivían en el Mante Tamaulipas y venían poco. Ella era mi abuela paterna, Herminia Sáenz.