miércoles, 10 de julio de 2013

¡Qué delicioso vermiccelli!


 Por Susana Valdés Levy.
"La clase ante todo" decía mi abuela. Y una tía más claridosa decía "¡Te podrán ver en dificultades, pero jodida nunca!" Algo así como esa frase "Antes muerta que sencilla".
El punto de es...ta narración es que Doña Ana María había sido una niña rica venida a menos porque su padre había perdido la fortuna familiar en un mal negocio. Su educación, sus gustos, su cultura, sus amistades formaban una realidad que ya no era la que fue. Había nacido en cuna de oro, pero por mortaja tuvo un petate.
En su adolescencia, siendo ella una muchacha bastante linda, se presentó en dos bailes seguidos con el mismo vestido. Su madre le decía, citando a Diógenes, que "la belleza es la mejor carta de presentación" y que mientras fuera limpia, perfumada, hermosa y digna, nadie se daría cuenta que llevaba un vestido repetido. Pero no era así...las élites son crueles y un chico, nuevo rico y correntón, pero que a ella le gustaba se acercó y le dijo: "Ana María, me gustas mucho y hasta te pediría que fueras mi novia, si no fuera porque eres pobre." Ese episodio marcó a Ana María de por vida. Se dio cuenta de que hay gente que le rinde culto al dinero, al estatus, a lo material, a la casa, al carro, a la ropa, al código postal y que el cambio en el saldo de una cuenta bancaria, puede cambiar lo que la gente piensa de una persona.
Doña Ana María, según me contaba mi abuela, nunca perdió la clase y la elegancia, sin embargo, la dificultad la perseguía.
Dañada en su autoestima, por el rechazo de los "suyos" se casó con un borracho, que al poco tiempo se enfermó y murió. Ahora sí que Doña Ana María estaba en la calle. Se vestía con sus viejas galas, vestidos de buenas telas pero pasados de moda y todos los días a la hora de la comida llegaba "por necesaria casualidad" a casa de mi abuela, quien la apreciaba mucho y siempre la invitaba a comer. Platicaban de todo porque Doña Ana María era muy culta y asidua lectora. Sus temas de conversación eran interesantes e inagotables.
-Me vas a disculpar Ana María, -decía mi abuela-, pero la comida de hoy es muy sencilla, es comida casera, tu sabes. Mientras le servía un simple plato de fideos con caldo de frijol y un picadillo.
Doña Ana María tomaba la sopa con mucha elegancia y protocolo, (no había probado bocado desde ayer y el hambre es canija) y entonces con una sonrisa y llena de gratitud decía: "María del Socorro, ¡Que delicioso vermiccelli!" (ese es el nombre italiano del fideo común y quiere decir "gusanitos")
La verdad es que mi abuela preparaba una sopa de fideos con caldo de frijol que era alucinantemente deliciosa. Pero ese no es el punto. El asunto es que Doña Ana María era una dama y excelente compañía, era culta, fina, elegante pero sobretodo, era agradecida y noble, señal inequívoca de su buena cuna. Con esa historia yo aprendí que la clase no se compra, con eso se nace. Y algo más: el que nace con clase, con clase se muere, aunque sea sobre un humilde petate.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario