domingo, 13 de octubre de 2013

Nuestros Monstruos


 


 Por Susana Valdés Levy

  Aquel niño tenía mucha imaginación y le era difícil distinguir qué era real y qué era producto de su propia mente. Era miedoso y durante las noches oscuras sus terrores se hacían presentes con especial intensidad. La puerta entreabierta del ropero, el espacio bajo la cama, la cortina que se hinchaba con el viento que entraba por la ventana, parecían ser los lugares donde habitaba cualquier cantidad de seres horribles que la acechaban silenciosos.

 El pequeño niño se cubría con las cobijas hasta la nariz asomando solo sus enormes ojos cafés y aguzando el oído, despabilando, afinando, forzando el entendimiento o los sentidos, para que prestar más atención o hacerse más perspicaz en caso de un eventual ataque mítico.

 Era recurrente que en esas noches, se levantara de un salto y corriera donde sus padres a decirles: "Tengo miedo". -¿De qué tienes miedo? preguntaba su papá. "De los monstruos" contestaba el niño aunque ya sabia cual sería el resultado de su búsqueda de apoyo: Invariablemente su papá le dirá que "solo se debe temer a los vivos y que los hombres no deben tener miedo", lo llevaría de nuevo a su cuarto la arroparía con las cobijas y tal vez, encendería la tenue luz de una lamparita de noche, misma que en algo ayudaba a disipar su terror nocturno.

 Después de muchos años, los monstruos imaginarios fueron abandonando los escondrijos de aquella recámara infantil, el los ha olvidado, pero la sensación de miedo que le producían durante las noches solitarias y oscuras, queda aun en la memoria. El miedo adulto, tiene otras dimensiones y características. Y ahora se pregunta: "¿Existen los monstruos? ¿Qué son?" Según el diccionario el término se reserva para seres que inspiran miedo o repugnancia. También suele utilizarse como descalificativo, para referirse a personas cuyos actos van en contra de los valores morales propios. En efecto, los monstruos son representaciones visuales, imaginarias o gráficas, con las que personificamos nuestros temores e inseguridades. Pero también representan la expresión de nuestros sentimientos y emociones oscuros, como el resentimiento, el rencor, la envidia, la frustración, la violencia, traumas no resueltos...Y aunque los niños no tengan estos sentimientos aun en sí mismos, los perciben porque flotan como fantasmas en el ambiente que les rodea.

 Los monstruos gráficos quizás sean imaginarios, pero el miedo y el temor son reales...muy reales.

 Para los adultos, los monstruos son esos demonios propios que se desatan de pronto y sin aviso en un ataque de ira, de celos, de soberbia, de lujuria, de avaricia, de crueldad, de amargura ¿Existen? ¡Claro!...monstruos que en efecto habitan en la oscuridad, pero en la oscuridad del alma y nos deforman, nos desfiguran y nos poseen...Si queremos disiparlos y vivir tranquilos, habremos de encender una luz en la conciencia. Una luz que nos de claridad en el pensamiento y guía en el camino del entendimiento para conocernos a nosotros mismos.

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