domingo, 12 de mayo de 2013


Villas Juveniles

Por Susana Valdés Levy.
 

Los índices de delincuencia y criminalidad que comprometen a menores de edad en México van a la alza. La razón es simple y evidente: la juventud mexicana está expuesta y es altamente vulnerable a ser reclutada por las organizaciones del crimen o cárteles. Los grupos criminales organizados reclutan jóvenes por la fuerza de la amenaza, explotando y fomentando la adicción a las drogas o contratándoles por poco dinero para cometer todo tipo de delitos, desde halconeo hasta torturas y multihomicidios. Por su edad, las penas para los menores son relativamente benévolas, cortas e insuficientes para su readaptación pero suficientes para su estigmatización de por vida.

Los tutelares (correccionales) están rebasados, tanto en capacidad como en efectividad. Sus espacios y sistemas son obsoletos para enfrentar y tratar la magnitud del problema juvenil en la actualidad. No se ven indicios de que se esté trabajando en una modernización en estos sentidos. Legislativamente, se explora únicamente la posibilidad de reducir la edad penal y de endurecer las penas como la forma para desincentivar la delincuencia en los menores. Ha sido tema de debate por años.

Por otra parte y casi a la par, los índices de violencia doméstica también van en incremento junto con la desintegración familiar.  Son los propios hogares empobrecidos (económica, moral y afectivamente),  disfuncionales, violentos y/o desintegrados los que lanzan a los jóvenes hombres y mujeres, a veces desde la pre-adolescencia, a las sórdidas calles de sus barrios marginados e inseguros. Dentro de la casa hay un infierno y afuera hay otro, con distinto diablo. La deserción escolar, el acceso a las drogas, la sexualidad precoz y la búsqueda de un sentido de pertenencia en violentos grupos pandilleriles, es el resultado más común de esta circunstancia.

El escritor Furio Colombo se pregunta ¿Por qué asesinan los niños? Y responde en su análisis: “Una multitud de personas, siempre más jóvenes, siempre más solas, siempre más carentes de contacto con alguna forma de comunicación y de cultura, se mueve en un laberinto, provista de fuerza física pero carente de orientación. Y dado que no ven razones para no hacerlo, matan…” En otro artículo, el escritor Alberto Bevilacqua explica que “se trata de un tipo de terrorismo: carente absolutamente de motivaciones pseudoideológicas, privado de toda motivación que no sea la esencia misma, perversa, del acto consumado”. El mismo autor agrega: “Esos maleantes no tienen como enemigo a nada y a nadie. Obtusamente advierten el peso de una psique que ya no posee el bien de la inocencia…Son hombres y mujeres de envolturas habitadas  solo por la nada maligna, por un vacío sepulcral.”

Una sociedad que pierde a su juventud pierde a su futuro. Manejar el problema juvenil oscilando entre la negligencia y la penitencia, entre ignorarlos y castigarlos, es verdaderamente una injusticia y una crueldad. La sociedad está obligada a ofrecer un refugio, un rescate y un espacio de oportunidad que proteja a los jóvenes de los infiernos del hogar violento, de las calles sórdidas y de los reclusorios. Pienso en un espacio donde ingresando voluntariamente, los jóvenes encuentren hospedaje, educación académica, orientación y formación cívica así como capacitación para dominar un oficio. Pienso en un lugar donde la “doctrina” se base en los principios fundamentales del bien común, y donde puedan también satisfacer la necesidad de pertenencia y del sentido de la vida. Parece utópico. Lo es, pero no imposible.

 Crear villas juveniles como un modelo único de comunidad, una sociedad orientada hacia el bien común y la ayuda mutua así como a la justicia social; un sistema socioeconómico basado en el principio de igualdad, equidad y cooperación, donde cada quien encuentra el camino de acuerdo al desarrollo de sus habilidades y necesidades. Un hogar para aquellos que así lo eligen.

La idea de crear estos lugares como instancias para prevenir la delincuencia y al mismo tiempo promover la formación positiva, me parece interesante por cuanto representa una opción de vida y con posibilidades de resolver las necesidades de una juventud que hoy en día busca satisfactores en donde no puede hallar otra cosa más que la calle, la cárcel o la muerte. Por otra parte, para el Estado, representa un esfuerzo mucho menos oneroso y mucho menos horroroso de lo que, como ahora, implica perseguir, recluir y castigar  a la juventud.

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