Por: Susana Valdés
Levy.
Como cuando se enseña
el cobre o se barre el polvo bajo la alfombra, como cuando se construyen
castillos en el aire, o se presume lo que se carece, como cuando se vive de
apariencias o se vive una doble moral...como cuando lo que no checa nos
choca... Una de esas noches, cuando vio que el show había terminado y el
repertorio de mentiras, de discursos huecos y falsas promesas se le agotó, el
hombre tomó un pañuelo y frente a su escaso público, empezó a retirar de su
cara el maquillaje de la aparente decencia, el disfraz gris del presumido
profesionalismo, los grandes zapatos (siempre le quedaron grandes) de la
supuesta responsabilidad, la negra y relamida peluca de la simulada integridad,
la redonda nariz de la credibilidad, y se mostró como lo que en realidad había
sido siempre: Un payaso triste y sin gracia que lloró cuando se le cayó el
frágil y endeble circo de su vida encima y tuvo que huir de sí mismo....Porque
el payaso, no pudo sostener al personaje.
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