¿Quién paga los platos rotos?
Por: Susana Valdés levy.
En los 60’s,
la popular serie de televisión norteamericana Bonanza, nos presentaba a la familia Cartwright atendida por su humilde,
eficiente y leal sirviente cocinero Hop
Sing. Imaginen que en la actualidad,
los nietos de Hop Sing son los dueños de la Ponderosa, o que el legendario
rancho de Virgina, requiere de comprar a los descendientes de Hop Sing, todos
los insumos para operar de manera costeable. ¿A qué horas rebasó el silencioso cocinero
chino al poderoso “Señol Calwait”?
Muchas cosas
se dicen de China. Por ejemplo: el
“horror” de su política demográfica de permitir tener un solo hijo, prefiriendo
por cuestiones de productividad a los varones y ocasionando así un genocidio de
niñas recién nacidas. O bien, el caso en el que desde 1978 (cuando se aplicaron
las reformas económicas Chinas) y hasta la fecha, los obreros asiáticos han
trabajado sin descanso los siete días de la semana los 365 días del año, a
cambio de un uniforme gris, unas sandalias negras y un plato de arroz, (¿Otla vez alóz?) en un extenuante
sacrificio para sacar adelante a su país, el más populoso del mundo y que ahora
comienza a recoger sus frutos. Y la más impactante: Pena de muerte a los funcionarios corruptos.
El tigre asiático que por milenios estuvo
encerrado tras una impenetrable muralla que puede verse desde la luna, y al que
muchos creyeron muerto y estancado en su propio aislamiento, ha despertado, ha
salido de su jaula, hambriento y dispuesto a devorar al mundo. A esto le
llaman: El Milagro Económico Chino….La Gran Ola Amarilla….que para los mercados
internacionales ha sido un verdadero Tsunami.
El comunismo
chino fue siempre distinto al soviético. Se basaba en la premisa del Kung Fu de
que “dónde no hay pa’ todos hay patadas”.
No había más que de dos sopas y la de arroz ya se estaba acabando. La otra
sopa era la sopa demográfica, Tenían que “capitalizar” su sobrepoblación y su
costumbre de tener hambre para traducirla en la fuerza laboral y productiva más
impresionante que el mundo jamás había visto.
No fue un comunismo furioso y resentido, ha sido un comunismo laborioso
y productivo. Entendieron que había que hacer el pastel más grande y repartirlo
mejor. Lo lograron y ahora son comunistas con capital. Se dice que entre el año
2016 y el 2020, China habrá rebasado a la economía estadounidense.
La
globalización les favorece. La mano de obra barata y eficiente así como la variedad y calidad de sus productos aunada a
la capacidad de abastecimiento, los ha convertido en lo que muchos llaman “un
invasor de mercados”. Superan en precio,
cantidad, calidad y variedad a cualquier otro competidor.
Los que
pagan los platos rotos, son en realidad los obreros y trabajadores calificados
que se quedan sin trabajo y posteriormente la sociedad entera paga el costo de
una creciente población desempleada que se traduce en inseguridad,
descomposición social, desintegración familiar y por supuesto: pobreza.
La
Secretaría de Economía ha estado consciente de este tema desde hace años.
Aunque lo veían venir, no se imaginaban la magnitud del impacto. La
globalización y el libre comercio ponen a las autoridades en un dilema.
¿Liberar el mercado o aplicar criterios proteccionistas?...Han optado por un
punto intermedio: imponer aranceles y encarecer la importación. Antes los
productos “importados” eran siempre más caros que los nacionales. El fenómeno
chino ha dado un giro de 180° a ese concepto. ¿Qué hacer para que no nos trague
el tigre?
Es correcta
y justa la medida que ha implementado la Secretaría de Economía y su titular
Idelfonso Guajardo Villarreal. Es correcta porque hasta el momento es la única
solución viable. Lo primero es, por
motivos sociales, políticos y hasta de seguridad nacional, salvaguardar a la planta laboral, es decir:
los empleos de los obreros y el sustento de sus familias. El beneficio
económico para los empresarios es un efecto secundario. Posteriormente, y esto
no se puede omitir, habrá que diseñar las estrategias que permitan incrementar
la capacidad competitiva en el mercado nacional y en el internacional, que es la idea de Peña Nieto. No
olvidemos que los chinos pagaron un alto precio para llegar a donde están, precio que los sindicatos mexicanos nunca aceptarían…Por otra parte los chinos
no tenían un arancel, tienen una Muralla que ya no los contiene. Lo que los chinos están cocinando es la sopa para convertirse en la primera potencia económica mundial, muy pronto.
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